lunes, 2 de abril de 2012

Via lucis (1)


«Via Lucis»



14 estaciones de los relatos bíblicos
para revivir los momentos de la vida de Jesús resucitado hasta Pentecostés
=======================================

"¿No era necesario que el Mesías soportara todo este sufrimiento para entrar en la gloria? (Lucas 24, 26). El Triduo Pascual no acaba en el calvario y con la sepultura del cuerpo muerto de Jesús. La conmemoración de su resurrección es el culmen y la raíz de la fe de la Iglesia.
Conviene eliminar un cierto sentido trágico de la fe, en que se subraya sólo el dolor y el sufrimiento de la pasión y crucifixión de Jesús, olvidando el gozo y la esperanza de su resurrección. No nos quedamos observando solamente la cruz porque Jesús hoy vive, es el Resucitado y el Resucitador de sus hermanos los hombres.

Este misterio glorioso del Señor resucitado nos enseña a caminar en el mundo como "hijos de la luz", reconociendo su presencia permanente entre nosotros y dando testimonio de la vida del Resucitado. Vosotros sois la luz del mundo, dijo Jesús a sus discípulos.

====================

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Monición introductoria

“Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre –dice san Pablo-, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Pues… nuestro hombre viejo fue crucificado con él, para que… ya nunca más sirvamos al pecado” (Rom 6, 4-6).
“Sabemos que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere más, la muerte ya no tiene dominio sobre él” (Rom 6, 9).

o bien
“¡Él es el Resucitado! Si no fuese así, vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe (cf 1Cor 15,14). La resurrección fue la respuesta del Padre… La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado… contempla su tesoro y su alegría. Animada por esta experiencia, retoma hoy su camino para anunciar a Cristo al mundo” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte 28).

Se puede encender el cirio pascual, símbolo de Cristo, la luz del mundo, que alumbra nuestro camino de esperanza, mientras se canta una antífona adecuada, v. gr.:
Acuérdate de Jesucristo resucitado…

1ª ESTACIÓN:
JESÚS RESURGE DE LA MUERTE

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

         Pasado el sábado, al alborear el día primero de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro (Mateo 28,1-7).
Y encontraron que la piedra estaba removida del sepulcro. Pero al entrar, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Y sucedió que… se les presentaron dos varones con vestidura refulgente… ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, sino que ha resucitado; recordad cómo os habló… que convenía que el Hijo del Hombre fuera entregado en manos de hombres pecadores, y fuera crucificado y resucitase al tercer día (Lc 24, 2-7).

         “Cristo vive. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia… Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos.
         No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos… Y ha cumplido su promesa. Dios sigue teniendo sus delicias entre los hijos de los hombres (cfr. Prov 8, 31)” (san Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 102).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

2ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO SE MANIFIESTA A MAGDALENA.

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

"Jesús le dice: «María». Volviéndose, ella le dijo en su lengua: "Rabbuni”, que equivale a "Maestro" (Juan 20, 16).

María Magdalena no lo reconoce. Es necesario que Jesús la llame por su nombre. Se necesita oír su voz para que los ojos de la fe reconozcan y vean. Jesús pronuncia nuestro nombre, el tuyo y el mío. Ven y sígueme.

         “Es necesario… que la Iglesia del tercer milenio impulse a todos a tomar conciencia de la propia responsabilidad. Se ha de hacer un generoso esfuerzo, sobre todo con la oración insistente, al Dueño de la mies (cf Mt 9,38) en la promoción de las vocaciones. En particular es necesario descubrir cada vez mejor la vocación propia de los laicos. Tiene gran importancia el deber de promover las diversas realidades de asociación, los nuevos movimientos eclesiales, auténtica primavera del Espíritu” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 46).

“Me buscaréis y me encontraréis, si me buscáis de todo corazón. Me dejaré encontrar (Jer 29,13.14). Hay que tratar a Cristo, en la Palabra y en el Pan, en la Eucaristía y en la oración. Y tratarlo como se trata a un amigo, a un ser real y vivo como Cristo lo es, porque ha resucitado.
         Hay que reconocer a Cristo, que nos sale al encuentro, en nuestros hermanos los hombres… Ninguna persona es un verso suelto, sino que todos formamos parte de un mismo poema divino, que Dios escribe con el concurso de nuestra libertad” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 116).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

3ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO EN EL CAMINO DE EMAÚS

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

“El mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. Y conversaban entre sí de todo lo que había acontecido.
Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos; pero sus ojos estaban incapacitados para reconocerle. Y les dijo: ¿Qué conversación lleváis entre los dos mientras vais caminando? Y se detuvieron entristecidos.
Uno de ellos, de nombre Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?
Entonces Jesús les dijo: ¡Oh necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas!

“Iban aquellos dos discípulos hacia Emaús… ¡Señor, qué grande eres siempre! Pero me conmueves cuando te allanas a seguirnos, a buscarnos, en nuestro ajetreo diario. Señor, concédenos la ingenuidad de espíritu, la mirada limpia, la cabeza clara, que permitan entenderte cuando vienes sin ningún signo externo de gloria” (San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 313).

“Jesús camina junto a aquellos dos hombres, que han perdido casi toda esperanza, de modo que la vida comienza a parecerles sin sentido. Comprende su dolor, penetra en su corazón, les comunica algo de la vida que habita en Él.
Cada cristiano debe hacer presente a Cristo entre los hombres; debe obrar de tal manera que quienes le traten perciban el buen olor de Cristo (cfr. 2Cor 2, 15); debe actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro… como Cristo, ha de vivir de cara a los demás hombres, mirando con amor a todos y a cada uno de los que le rodean, y a la humanidad entera” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

4ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO PARTE EL PAN

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

"Estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se los dio. Se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (Lucas 24, 30-31).

Los discípulos de Emaús están a la mesa con aquel viajero misterioso que les ha manifestado el sentido de la historia que estaban viviendo. Después de su palabra, vino el gesto: “partir el pan”, como en la cena eucarística. Aquel rostro los lleva a algo que ya conocen: al Cristo del Cenáculo, que en el pan y en el vino ofrece su Cuerpo y su Sangre, alimento para la vida del mundo. A nosotros es preciso que se nos abran los ojos para reconocerlo también “al partir el pan”.

  “Cuando, al llegar a aquella aldea, Jesús hace ademán de seguir adelante, los dos discípulos le detienen, y casi le fuerzan a quedarse con ellos. Le reconocen luego al partir el pan” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105).

“Que Jesús resucitado, como a los discípulos de Emaús, nos encuentre vigilantes y preparados para reconocer su rostro y correr hacia nuestros hermanos para llevarles el gran anuncio: “¡Hemos visto al Señor!” (Jn 20,25)” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 59).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

5ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO SE APARECE A LOS DISCÍPULOS

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

         “Y ellos contaban lo que había pasado en el camino, y cómo le habían reconocido en la fracción del pan. Mientras ellos contaban estas cosas, Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Se quedaron turbados y asustados, pensando que veían un espíritu (…) ¿Por qué ese espanto y a qué vienen esas dudas? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona” (Lucas 24, 35-39).

La sospecha de estar frente a un fantasma es fuerte. ¿No ha sido Jesús sepultado en la tumba con los signos de la tortura y de la crucifixión? Sin embargo ahí esta Él, delante de sus amigos con las manos y los pies heridos en la plenitud de la vida. Y esta vida nueva es la que expulsa la amargura, la tristeza y la duda, y nos hace mirar más allá de la muerte y su silencio. Seguimos mirando tus manos y tus pies, para descubrir “el dolor resucitado”.

“Dice san Pablo a los Tesalonicenses: «No os aflijáis como los hombres sin esperanza» (1Tes 4,13)… elemento distintivo de los cristianos… saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío. Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente (…) el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida… Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva” (Benedicto XVI, Spe salvi).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

6ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO DA EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

"Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo, a quien perdonéis los pecados les serán perdonados" (Juan 20, 22-23).

Este soplo de Cristo en la tarde de Pascua se difunde en los discípulos que lo rodean admirados. Es un símbolo de la nueva creación que surge de sus labios haciendo salir al hombre de la muerte y del pecado para ponerlo en camino a una vida nueva en la verdad y la justicia. En la Iglesia siempre debe soplar este aliento divino del perdón que renueva, transforma y santifica a la humanidad.

“Una vez más se ha de proclamar la fe de la Iglesia en el acto redentor de Cristo, en el misterio pascual de su muerte y resurrección, como causa de la reconciliación del hombre en su doble aspecto de liberación del pecado y de comunión de gracia con Dios…
Insidiados por la pérdida del “sentido del pecado”, a veces tentados por alguna ilusión poco cristiana de impecabilidad, los hombres de hoy tienen necesidad de volver a escuchar la advertencia de san Juan: "Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros mismos y la verdad no estaría en nosotros" (1Jn 1,8)…
Suscitar en el corazón del hombre la conversión y la penitencia y ofrecerle el don de la reconciliación es la misión connatural de la Iglesia, continuadora de la obra redentora de su divino Fundador” (Juan Pablo II, Reconciliación y penitencia, 7.22).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

7ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO CONFIRMA LA FE DE TOMÁS

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

         “A los ocho días, estaban de nuevo dentro sus discípulos y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, vino Jesús, se presentó en medio y dijo: La paz sea con vosotros. Después dijo a Tomás: Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Responde Tomás: Señor mío y Dios mío" (Juan 20, 26-28).

La duda se insinúa en el corazón del discípulo que había escuchado a Jesús y había visto los signos de su poder divino durante sus días terrenos. Y el discípulo retorna a la luz de la certeza y pronuncia su límpida profesión de fe, que muchas veces es la nuestra: "Señor mío y Dios mío".

“Dios es negado en su existencia o en su providencia… Se le echa en cara que no dé pruebas suficientes, evidentes, tumbativas. Si eres Dios… Si eres la Iglesia de Dios… resuelve el hambre, evita las inundaciones, calma los dolores, etc.” (Ratzinger, Jesús de Nazaret (I), pp 54-55)

“Nuestro Señor ha venido a traer la paz, la buena nueva, la vida, a todos los hombres. No sólo a los ricos ni sólo a los pobres. A todos. A los hermanos, que hermanos somos, pues somos hijos de un mismo Padre Dios. No hay más que una raza: la raza de los hijos de Dios. No hay más que un color: el color de los hijos de Dios” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 106).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

8ª ESTACIÓN:
LA SEGUNDA PESCA MILAGROSA

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

         “Les dijo Simón Pedro: Voy a pescar. Le contestaron: Vamos también nosotros contigo… pero aquella noche no pescaron nada.
         Llegada ya la mañana, se presentó Jesús en la orilla; pero sus discípulos no sabían que era Jesús (…) El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces (…) ciento cincuenta y tres peces grandes. Y aunque eran tantos no se rompió la red” (Jn 21.2-11).

“Se nos pregunta por qué Pedro y los hijos de Zebedeo volvieron a la ocupación que tenían antes de que el Señor los llamase… A los que se sorprendan de esta conducta, se debe responder que no estaba prohibido a los apóstoles ejercer su profesión, tratándose de cosa legítima y honesta” (San Agustín, In Ioannes evangelium, 122, 2, PL 35, 1959).

“El trabajo aparece como participación en la obra creadora de Dios, que, al crear al hombre, lo bendijo diciéndole: Procread y multiplicaos y henchid la tierra y sojuzgadla, y dominad en los peces del mar, y en las aves del cielo, y en todo animal que se mueve sobre la tierra (Gen 1, 28)… además, al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora.
         Señor, concédenos tu gracia. Ábrenos la puerta del taller de Nazaret, con el fin de que aprendamos a contemplarte a ti, con tu Madre Santa María, y con el Santo Patriarca José… dedicados los tres a una vida de trabajo santo… y te encontraremos en la labor cotidiana” (San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 72).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

9ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO SE MANIFIESTA EN EL LAGO TIBERÍADES

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

         “Jesús les dijo: Traed aquí de los peces que acabáis de cogerCuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan (…) Vamos, almorzad (Jn 21, 4-12).

         “Dios nos pide una colaboración real a su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recursos… La oración nos hace vivir precisamente en esta verdad. Maestro, hemos bregado toda la noche y no hemos cogido nada (Lc 5,5). Este es el momento de la fe, de la oración, del diálogo con Dios y de decir: En tu nombre, echaré las redes (ib)” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 38).

         “Esa delicadeza y cariño la manifiesta Jesús no sólo con un grupo pequeño de discípulos, sino con todos. Con las santas mujeres, con representantes del Sanedrín como Nicodemo y con publicanos como Zaqueo, con enfermos y con sanos, con doctores de la ley y con paganos, con personas individuales y con muchedumbres enteras.
         Cada uno de esos gestos humanos es gesto de Dios… Cristo es Dios hecho hombre, hombre perfecto, hombre entero. Y, en lo humano, nos da a conocer la divinidad.
         Por eso, el trato de Jesús no es un trato que se quede en meras palabras o en actitudes superficiales. Jesús toma en serio al hombre, y quiere darle a conocer el sentido divino de su vida” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 108-109).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

10ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO CONFIERE EL PRIMADO A PEDRO

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Él le responde: Si, Señor, tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis corderos. Le preguntó por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez si le amaba, y le respondió: Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo. Le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas”. (Juan 21, 15).

Tres preguntas y tres respuestas de amor constituyen la trama del diálogo entre Cristo Resucitado y Pedro, a la orilla del lago de Galilea, como con cada uno de nosotros. El discípulo, que tres veces lo había traicionado, repite sus tres confesiones de fe y de amor. Y Cristo le confía la hermosa misión de ser pastor de su rebaño a lo largo de los siglos.

“La Iglesia está llamada a liberarse de todo apoyo puramente humano para vivir en profundidad la ley evangélica de las Bienaventuranzas. Yo mismo quiero promover cualquier paso útil; es un deber del Obispo de Roma. Lo llevo a cabo con la profunda convicción de obedecer al Señor y con plena conciencia de mi fragilidad humana. Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca. La conversión de Pedro y de sus sucesores se apoya en la oración misma del Redentor en la cual la Iglesia participa constantemente. Pido encarecidamente que participen de esta oración los fieles de la Iglesia católica y todos los cristianos. Junto conmigo, rueguen todos por esta conversión” (Juan Pablo II, Que sean uno, 3.4).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

11ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO ENVÍA A LOS DISCÍPULOS POR EL MUNDO

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

      "Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo" (Mateo 28, 19-20).

         “El compromiso de la evangelización es indudablemente una prioridad. Ha pasado ya la situación de una «sociedad cristiana». Hoy se ha de afrontar la nueva evangelización y hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orígenes, el ardor de después de Pentecostés. Esta pasión no podrá ser delegada a unos pocos “especialistas”. Es necesario un compromiso cotidiano. Esto debe hacerse respetando debidamente cada persona y atendiendo a las diversas culturas de tal manera que no se nieguen los valores peculiares de cada pueblo” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 40).

         “Al considerar la dignidad de la misión a la que Dios nos llama, puede quizá surgir la presunción, la soberbia, en el alma humana. Es una falsa conciencia de la vocación cristiana, la que ciega, la que nos hace olvidar que estamos hechos de barro, que somos polvo y miseria. Que no sólo hay mal en el mundo, a nuestro alrededor, sino que el mal está dentro de nosotros, que anida en nuestro mismo corazón, haciéndonos capaces de vilezas y egoísmos. Sólo la gracia de Dios es roca fuerte: nosotros somos arena, y arena movediza” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 113).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

12ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO ASCIENDE AL CIELO

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

"Hombres de Galilea: ¿Por qué estáis mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido llevado a lo alto de entre vosotros, vendrá tal como lo habéis visto marcharse al cielo" (Hechos 1, 11).

“Se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista. Es muy actual a este respecto la enseñanza del Concilio Vaticano II: “El mensaje cristiano no aparta los hombres de la tarea de la construcción del mundo ni les impulsa a despreocuparse del bien de sus semejantes sino que les obliga más a llevar a cabo esto como un deber” (GS 34)… Es una tarea que nos hace temblar si nos fijamos en la debilidad, pero es posible si, expuestos a la luz de Cristo, sabemos abrirnos a su gracia” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 52, 54).

“Jesús se ha ido a los cielos... Pero el cristiano puede, en la oración y en la Eucaristía, tratarle como le trataron los primeros doce, encenderse en su celo apostólico, para hacer con Él un servicio de corredención, que es sembrar la paz y la alegría.
         Cristo ha subido a los cielos, pero ha trasmitido a todo lo humano honesto la posibilidad concreta de ser redimido… No me cansaré de repetir, por tanto, que el mundo es santificable… En rigor, no se puede decir que haya nobles realidades exclusivamente profanas, una vez que el Verbo se ha dignado asumir una naturaleza humana íntegra y consagrar la tierra con su presencia y con el trabajo de sus manos” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 120).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

13ª ESTACIÓN:
CON MARÍA A LA ESPERA DEL ESPÍRITU SANTO

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

"Los apóstoles eran asiduos y concordes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús, y con los hermanos de Él" (Hechos 1, 14).

         “Mientras María se encontraba con los apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén en los albores de la Iglesia, se confirmaba su fe, nacida de las palabras de la Anunciación. Ni siquiera bajo la cruz había disminuido la fe de María. Ella también, como Abraham, había sido la que esperando contra toda esperanza, creyó (Rom 4,18)…
Los apóstoles y los discípulos del Señor, en todas las naciones de la tierra, perseveran en la oración en compañía de María, la madre de Jesús (Act 1,14)... Esta presencia de María encuentra múltiples medios de expresión en nuestros días, al igual que a lo largo de la historia de la Iglesia, por medio de la fe y la piedad de los fieles, por medio de las tradiciones de las familias cristianas, por medio de la fuerza atractiva e irradiadora de los grandes santuarios como Guadalupe, Lourdes, Fátima y de los otros diseminados en las distintas naciones” (Juan Pablo II, La Madre del Redentor, 14.28).

“Cada domingo Cristo resucitado nos convoca de nuevo como en el Cenáculo para iniciarnos en la gran aventura de la evangelización. Nos acompaña en este camino la Santísima Virgen, «Estrella de la nueva evangelización»...
Mujer, he aquí a tus hijos, le repito, evocando la voz misma de Jesús (cf Jn 19,26) y haciéndome voz, ante ella, del cariño de toda la Iglesia” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 58).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

14ª ESTACIÓN:
EL RESUCITADO ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO

* Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que por tu santa pascua redimiste al mundo.

"De repente un ruido del cielo, como una violenta ráfaga de viento, resonó en toda la casa donde se encontraban. Y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo" (Hechos 2, 2-4).

En la sala del Cenáculo, el día de Pentecostés, sopla el viento del Espíritu. Es el aliento divino que se difunde en los discípulos del Cristo Resucitado. Se enciende el fuego del amor que calienta el corazón de los creyentes y los conduce al mundo a dar testimonio de la vida, de la luz y de la caridad de Dios. La Iglesia de las mil lenguas, de las diversas culturas y nacionalidades tiene en Jerusalén su raíz y en el Espíritu Santo su fuente.

"¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! ¡Riega la tierra en sequía! ¡Sana el corazón enfermo! ¡Lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo! ¡Doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero! (…) Esta invocación al Espíritu y en el Espíritu es introducirse en la plena dimensión del misterio de la Redención pues el Espíritu nos infunde los sentimientos del Hijo y nos orienta al Padre" (Juan Pablo II, Redemptor hominis, 18).

Es un hecho histórico que la Iglesia salió del cenáculo el día de Pentecostés. Espiritualmente está siempre en el cenáculo, persevera en la oración, como los apóstoles, junto a María, la madre de Cristo. De este modo, la Iglesia, unida a la Virgen Madre se dirige incesantemente como esposa a su divino esposo como lo atestiguan las palabras del Apocalipsis: “El Espíritu y la esposa dicen al Señor Jesús: ¡Ven!” Es la esperanza del cumplimiento definitivo en Dios del reino eterno (Juan Pablo II, Dominum et vivificantem, 66).

Un momento de silencio meditativo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

Como en la vigilia pascual, cada uno enciende su propia vela del cirio pascual para la oración final.

Monición final

"Tengamos el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos, pues tenemos la fuerza del mismo Espíritu que fue enviado en Pentecostés. Nuestra andadura debe hacerse más rápida al recorrer los senderos del mundo… No volvamos a un anodino día a día. Al contrario, desentumecer nuestras piernas, imitar la intrepidez del apóstol Pablo, imitar la contemplación de María" (cfr Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 58.59).

"... contemplar a Jesús en su trato con los hombres, y aprender a llevar a Cristo hasta nuestros hermanos, siendo nosotros mismos Cristo. Apliquemos esa lección a nuestra vida ordinaria, a la propia vida. Porque no es la vida corriente y ordinaria, la que vivimos entre los demás conciudadanos, nuestros iguales algo chato y sin relieve. Es, precisamente en esas circunstancias, donde el Señor quiere que se santifique la inmensa mayoría de sus hijos…
Todos los caminos de la tierra pueden ser ocasión de un encuentro con Cristo… Dios nos llama a través de las incidencias de la vida de cada día… también a través de los grandes problemas, conflictos y tareas que definen cada época histórica, atrayendo esfuerzos e ilusiones de gran parte de la humanidad…
Hemos de amar el mundo, el trabajo, las realidades humanas…
Así, viviendo cristianamente entre nuestros iguales, de una manera ordinaria pero coherente con nuestra fe, seremos Cristo presente entre los hombres" (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 110. 112).

OREMOS

Dios y Padre Nuestro, en la gloriosa Resurrección de tu Hijo has dado la alegría al mundo entero, por intercesión de la Virgen María, concédenos gozar de la luz de la vida sin fin. Amén.

Puede cantarse:

“Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

CONSAGRACIÓ A MARIA d’Ucraïna i Rússia

                                                                25 març  2022    Oració que fa Francesc amb tota l’Església.   Resum litera...