«Via Lucis»
para revivir los momentos de la vida de Jesús resucitado hasta
Pentecostés
=======================================
"¿No era necesario que el Mesías
soportara todo este sufrimiento para entrar en la gloria? (Lucas 24, 26). El Triduo Pascual no acaba en el calvario y
con la sepultura del cuerpo muerto de Jesús. La conmemoración de su
resurrección es el culmen y la raíz de la fe de la Iglesia.
Conviene eliminar un cierto sentido trágico
de la fe, en que se subraya sólo el dolor y el sufrimiento de la pasión y
crucifixión de Jesús, olvidando el gozo y la esperanza de su resurrección.
No nos quedamos observando solamente la cruz porque Jesús hoy vive, es el
Resucitado y el Resucitador de sus hermanos los hombres.
Este misterio glorioso del Señor
resucitado nos enseña a caminar en el
mundo como "hijos de la luz", reconociendo su presencia permanente
entre nosotros y dando testimonio de la vida del Resucitado. Vosotros
sois la luz del mundo, dijo Jesús a sus discípulos.
====================
En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Monición introductoria
“Así
como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre –dice
san Pablo-, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Pues… nuestro
hombre viejo fue crucificado con él, para que… ya nunca más sirvamos al pecado”
(Rom 6, 4-6).
“Sabemos que Cristo, resucitado de entre
los muertos, ya no muere más, la muerte ya no tiene dominio sobre él” (Rom 6,
9).
o bien
“¡Él es el Resucitado! Si no fuese así,
vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe (cf 1Cor 15,14). La
resurrección fue la respuesta del Padre… La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado… contempla
su tesoro y su alegría. Animada por esta experiencia, retoma hoy su camino para
anunciar a Cristo al mundo” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte 28).
Se puede encender el cirio
pascual, símbolo de Cristo, la luz del mundo, que alumbra nuestro camino de
esperanza, mientras se canta una antífona adecuada, v. gr.:
Acuérdate
de Jesucristo resucitado…
1ª ESTACIÓN:
JESÚS
RESURGE DE LA MUERTE
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
Pasado el sábado, al alborear el día
primero de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro
(Mateo 28,1-7).
Y encontraron que la piedra estaba
removida del sepulcro. Pero al entrar, no encontraron el cuerpo del Señor
Jesús. Y sucedió que… se les presentaron dos varones con vestidura refulgente… ellos
les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No
está aquí, sino que ha resucitado; recordad cómo os habló… que convenía que el
Hijo del Hombre fuera entregado en manos de hombres pecadores, y fuera
crucificado y resucitase al tercer día (Lc 24, 2-7).
“Cristo vive. Esta es la gran verdad
que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado,
ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la
angustia… Cristo vive: Cristo no es una figura
que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un
ejemplo maravillosos.
No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel:
Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos…
Y ha cumplido su promesa. Dios sigue teniendo sus delicias entre los hijos de
los hombres (cfr. Prov 8, 31)” (san Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 102).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
2ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO SE MANIFIESTA A MAGDALENA.
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+ Que
por tu santa pascua redimiste al mundo.
"Jesús le dice: «María».
Volviéndose, ella le dijo en su lengua: "Rabbuni”, que equivale a "Maestro"
(Juan 20, 16).
María Magdalena no lo reconoce. Es
necesario que Jesús la llame por su nombre. Se necesita oír su voz para que los
ojos de la fe reconozcan y vean. Jesús pronuncia nuestro nombre, el tuyo y el
mío. Ven y sígueme.
“Es necesario… que la Iglesia del tercer milenio
impulse a todos a tomar conciencia de la propia responsabilidad. Se ha de hacer
un generoso esfuerzo, sobre todo con la oración insistente, al Dueño de la mies
(cf Mt 9,38) en la promoción de las vocaciones. En particular es necesario
descubrir cada vez mejor la vocación propia de los laicos. Tiene gran
importancia el deber de promover las diversas realidades de asociación, los
nuevos movimientos eclesiales, auténtica primavera del Espíritu” (Juan Pablo
II, Novo millennio ineunte, 46).
“Me
buscaréis y me encontraréis, si me buscáis de todo corazón. Me dejaré encontrar (Jer 29,13.14). Hay
que tratar a Cristo, en la
Palabra y en el Pan, en la Eucaristía y en la
oración. Y tratarlo como se trata a un amigo, a un ser real y vivo como Cristo
lo es, porque ha resucitado.
Hay que reconocer a Cristo, que nos
sale al encuentro, en nuestros hermanos los hombres… Ninguna persona es un
verso suelto, sino que todos formamos parte de un mismo poema divino, que Dios
escribe con el concurso de nuestra libertad” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo
que pasa, 116).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
3ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO EN EL CAMINO DE EMAÚS
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
“El mismo día, dos de ellos iban a
una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. Y conversaban
entre sí de todo lo que había acontecido.
Jesús mismo se acercó y caminaba con
ellos; pero sus ojos estaban incapacitados para reconocerle. Y les dijo: ¿Qué
conversación lleváis entre los dos mientras vais caminando? Y se
detuvieron entristecidos.
Uno de ellos, de nombre Cleofás, le
respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha
pasado allí estos días?
Entonces Jesús les dijo: ¡Oh
necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas!”
“Iban aquellos dos discípulos hacia Emaús…
¡Señor, qué grande eres siempre! Pero me conmueves cuando te allanas a
seguirnos, a buscarnos, en nuestro ajetreo diario. Señor, concédenos la
ingenuidad de espíritu, la mirada limpia, la cabeza clara, que permitan
entenderte cuando vienes sin ningún signo externo de gloria” (San Josemaría
Escrivá, Amigos de Dios, 313).
“Jesús camina junto a aquellos dos hombres,
que han perdido casi toda esperanza, de modo que la vida comienza a parecerles
sin sentido. Comprende su dolor, penetra en su corazón, les comunica algo de la
vida que habita en Él.
Cada cristiano debe hacer presente a Cristo
entre los hombres; debe obrar de tal manera que quienes le traten perciban el buen olor de Cristo (cfr. 2Cor 2, 15);
debe actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda
descubrirse el rostro del Maestro… como Cristo, ha de vivir de cara a los demás
hombres, mirando con amor a todos y a cada uno de los que le rodean, y a la
humanidad entera” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
4ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO PARTE EL PAN
* Te
adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
"Estando recostado con ellos a
la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se los dio. Se les abrieron los
ojos y lo reconocieron” (Lucas 24, 30-31).
Los discípulos de Emaús están a la mesa con
aquel viajero misterioso que les ha manifestado el sentido de la historia que
estaban viviendo. Después de su palabra, vino el gesto: “partir el pan”, como
en la cena eucarística. Aquel rostro los lleva a algo que ya conocen: al Cristo
del Cenáculo, que en el pan y en el vino ofrece su Cuerpo y su Sangre, alimento
para la vida del mundo. A nosotros es preciso que se nos abran los ojos para
reconocerlo también “al partir el pan”.
“Cuando, al llegar a aquella aldea, Jesús hace ademán de seguir adelante, los dos discípulos le detienen, y casi le fuerzan a quedarse con ellos. Le reconocen luego al partir el pan” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105).
“Que Jesús resucitado, como a los discípulos de Emaús, nos encuentre vigilantes y preparados para reconocer su rostro y correr hacia nuestros hermanos para llevarles el gran anuncio: “¡Hemos visto al Señor!” (Jn 20,25)” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 59).
“Que Jesús resucitado, como a los discípulos de Emaús, nos encuentre vigilantes y preparados para reconocer su rostro y correr hacia nuestros hermanos para llevarles el gran anuncio: “¡Hemos visto al Señor!” (Jn 20,25)” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 59).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
5ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO SE APARECE A LOS DISCÍPULOS
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
“Y ellos contaban lo que había pasado
en el camino, y cómo le habían reconocido en la fracción del pan. Mientras
ellos contaban estas cosas, Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a
vosotros. Se quedaron turbados y asustados, pensando que veían un
espíritu (…) ¿Por qué ese espanto y a qué vienen esas dudas? Mirad mis manos y mis
pies: soy yo en persona” (Lucas 24, 35-39).
La sospecha de estar frente a un fantasma
es fuerte. ¿No ha sido Jesús sepultado en la tumba con los signos de la tortura
y de la crucifixión? Sin embargo ahí esta Él, delante de sus amigos con las
manos y los pies heridos en la plenitud de la vida. Y esta vida nueva es la que
expulsa la amargura, la tristeza y la duda, y nos hace mirar más allá de la
muerte y su silencio. Seguimos mirando tus manos y tus pies, para descubrir “el
dolor resucitado”.
“Dice san Pablo a
los Tesalonicenses: «No os aflijáis como
los hombres sin esperanza» (1Tes 4,13)… elemento distintivo de los
cristianos… saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío. Sólo cuando
el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el
presente (…) el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se
pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida… Quien
tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva” (Benedicto
XVI, Spe salvi).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
6ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO DA EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
"Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid
el Espíritu Santo, a quien perdonéis los pecados les serán perdonados"
(Juan 20, 22-23).
Este soplo de Cristo en la tarde de Pascua
se difunde en los discípulos que lo rodean admirados. Es un símbolo de la nueva
creación que surge de sus labios haciendo salir al hombre de la muerte y del
pecado para ponerlo en camino a una vida nueva en la verdad y la justicia. En la Iglesia siempre debe soplar
este aliento divino del perdón que renueva, transforma y santifica a la
humanidad.
“Una vez más se ha de proclamar la fe de la Iglesia en el acto
redentor de Cristo, en el misterio pascual de su muerte y resurrección, como
causa de la reconciliación del hombre en su doble aspecto de liberación del
pecado y de comunión de gracia con Dios…
Insidiados por la pérdida del “sentido del pecado”,
a veces tentados por alguna ilusión poco cristiana de impecabilidad, los
hombres de hoy tienen necesidad de volver a escuchar la advertencia de san
Juan: "Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros
mismos y la verdad no estaría en nosotros" (1Jn 1,8)…
Suscitar en el corazón del hombre la
conversión y la penitencia y ofrecerle el don de la reconciliación es la misión
connatural de la Iglesia ,
continuadora de la obra redentora de su divino Fundador” (Juan Pablo II,
Reconciliación y penitencia, 7.22).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
7ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO CONFIRMA LA FE DE
TOMÁS
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
“A los ocho días, estaban de nuevo
dentro sus discípulos y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, vino
Jesús, se presentó en medio y dijo: La paz sea con vosotros.
Después dijo a Tomás: Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano
y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Responde
Tomás: Señor mío y Dios mío"
(Juan 20, 26-28).
La duda se insinúa en el corazón del
discípulo que había escuchado a Jesús y había visto los signos de su poder
divino durante sus días terrenos. Y el discípulo retorna a la luz de la certeza
y pronuncia su límpida profesión de fe, que muchas veces es la nuestra:
"Señor mío y Dios mío".
“Dios es negado en su existencia o en su
providencia… Se le echa en cara que no dé pruebas suficientes, evidentes,
tumbativas. Si eres Dios… Si eres la
Iglesia de Dios… resuelve el hambre, evita las inundaciones,
calma los dolores, etc.” (Ratzinger, Jesús de Nazaret (I), pp 54-55)
“Nuestro Señor ha venido a traer la paz, la
buena nueva, la vida, a todos los hombres. No sólo a los ricos ni sólo a los
pobres. A todos. A los hermanos, que hermanos somos, pues somos hijos de un
mismo Padre Dios. No hay más que una raza: la raza de los hijos de Dios. No hay
más que un color: el color de los hijos de Dios” (San Josemaría Escrivá, Es
Cristo que pasa, 106).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
8ª ESTACIÓN:
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
“Les dijo Simón Pedro: Voy a pescar.
Le contestaron: Vamos también nosotros contigo… pero aquella noche no
pescaron nada.
Llegada ya la mañana, se presentó Jesús
en la orilla; pero sus discípulos no sabían que era Jesús (…) El les dijo: Echad
la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y ya no
podían sacarla por la gran cantidad de peces (…) ciento cincuenta y tres peces
grandes. Y aunque eran tantos no se rompió la red” (Jn 21.2-11).
“Se nos pregunta por qué Pedro y los hijos
de Zebedeo volvieron a la ocupación que tenían antes de que el Señor los
llamase… A los que se sorprendan de esta conducta, se debe responder que no
estaba prohibido a los apóstoles ejercer su profesión, tratándose de cosa
legítima y honesta” (San Agustín, In Ioannes evangelium, 122, 2, PL 35, 1959).
“El trabajo aparece como participación en
la obra creadora de Dios, que, al crear al hombre, lo bendijo diciéndole: Procread
y multiplicaos y henchid la tierra y sojuzgadla, y dominad en los peces del
mar, y en las aves del cielo, y en todo animal que se mueve sobre la tierra
(Gen 1, 28)… además, al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos
presenta como realidad redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el
hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y
santificadora.
Señor, concédenos tu gracia. Ábrenos la
puerta del taller de Nazaret, con el fin de que aprendamos a contemplarte a ti,
con tu Madre Santa María, y con el Santo Patriarca José… dedicados los tres a
una vida de trabajo santo… y te encontraremos en la labor cotidiana” (San
Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 72).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
9ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO SE MANIFIESTA EN EL LAGO TIBERÍADES
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
“Jesús les dijo: Traed aquí de los peces que
acabáis de coger… Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas
preparadas, un pez puesto encima y pan (…) Vamos, almorzad”
(Jn 21, 4-12).
“Dios nos pide una colaboración real a
su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recursos… La oración
nos hace vivir precisamente en esta verdad. Maestro,
hemos bregado toda la noche y no hemos cogido nada (Lc 5,5). Este es el
momento de la fe, de la oración, del diálogo con Dios y de decir: En tu nombre, echaré las redes (ib)”
(Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 38).
“Esa delicadeza y cariño la manifiesta
Jesús no sólo con un grupo pequeño de discípulos, sino con todos. Con las
santas mujeres, con representantes del Sanedrín como Nicodemo y con publicanos
como Zaqueo, con enfermos y con sanos, con doctores de la ley y con paganos,
con personas individuales y con muchedumbres enteras.
Cada uno de esos gestos humanos es
gesto de Dios… Cristo es Dios hecho hombre, hombre perfecto, hombre entero. Y,
en lo humano, nos da a conocer la divinidad.
Por eso, el trato de Jesús no es un
trato que se quede en meras palabras o en actitudes superficiales. Jesús toma
en serio al hombre, y quiere darle a conocer el sentido divino de su vida” (San
Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 108-109).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
10ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO CONFIERE EL PRIMADO A PEDRO
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
“Cuando hubieron comido, Jesús dijo
a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Él le responde: Si, Señor, tú sabes que te amo. Le dice:
Apacienta
mis corderos. Le preguntó por tercera vez: Simón, hijo de Juan,
¿me amas? Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez si le
amaba, y le respondió: Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo. Le
dijo Jesús: Apacienta mis ovejas”. (Juan 21, 15).
Tres preguntas y tres respuestas de amor
constituyen la trama del diálogo entre Cristo Resucitado y Pedro, a la orilla
del lago de Galilea, como con cada uno de nosotros. El discípulo, que tres veces lo había traicionado, repite
sus tres confesiones de fe y de amor. Y Cristo le confía la hermosa misión de
ser pastor de su rebaño a lo largo de los siglos.
“La Iglesia está llamada a liberarse de
todo apoyo puramente humano para vivir en profundidad la ley evangélica de las
Bienaventuranzas. Yo mismo quiero promover cualquier paso útil; es un deber del
Obispo de Roma. Lo llevo a cabo con la profunda convicción de obedecer al Señor
y con plena conciencia de mi fragilidad humana. Yo he rogado por ti para
que tu fe no desfallezca. La conversión de Pedro y de sus sucesores se
apoya en la oración misma del Redentor en la cual la Iglesia participa
constantemente. Pido encarecidamente que participen de esta oración los fieles
de la Iglesia
católica y todos los cristianos. Junto conmigo, rueguen todos por esta
conversión” (Juan Pablo II, Que sean uno, 3.4).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
11ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO ENVÍA A LOS DISCÍPULOS POR EL MUNDO
* Te
adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
"Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y sabed que yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el final del mundo" (Mateo 28, 19-20).
“El compromiso de la evangelización es
indudablemente una prioridad. Ha pasado ya la situación de una «sociedad
cristiana». Hoy se ha de afrontar la nueva evangelización y hace falta reavivar
en nosotros el impulso de los orígenes, el ardor de después de Pentecostés.
Esta pasión no podrá ser delegada a unos pocos “especialistas”. Es necesario un
compromiso cotidiano. Esto debe hacerse respetando debidamente cada persona y
atendiendo a las diversas culturas de tal manera que no se nieguen los valores
peculiares de cada pueblo” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 40).
“Al considerar la dignidad de la misión
a la que Dios nos llama, puede quizá surgir la presunción, la soberbia, en el
alma humana. Es una falsa conciencia de la vocación cristiana, la que ciega, la
que nos hace olvidar que estamos hechos de barro, que somos polvo y miseria. Que
no sólo hay mal en el mundo, a nuestro alrededor, sino que el mal está dentro
de nosotros, que anida en nuestro mismo corazón, haciéndonos capaces de vilezas
y egoísmos. Sólo la gracia de Dios es roca fuerte: nosotros somos arena, y
arena movediza” (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 113).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
12ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO ASCIENDE AL CIELO
*
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
"Hombres de Galilea: ¿Por qué estáis mirando al cielo? El mismo Jesús
que ha sido llevado a lo alto de entre vosotros, vendrá tal como lo habéis
visto marcharse al cielo" (Hechos 1, 11).
“Se debe rechazar la tentación de una
espiritualidad oculta e individualista. Es muy actual a este respecto la
enseñanza del Concilio Vaticano II: “El
mensaje cristiano no aparta los hombres de la tarea de la construcción del
mundo ni les impulsa a despreocuparse del bien de sus semejantes sino que les
obliga más a llevar a cabo esto como un deber” (GS 34)… Es una tarea que nos hace temblar si nos
fijamos en la debilidad, pero es posible si, expuestos a la luz de Cristo,
sabemos abrirnos a su gracia” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 52, 54).
“Jesús se ha ido a los cielos... Pero el
cristiano puede, en la oración y en la Eucaristía , tratarle como le trataron los
primeros doce, encenderse en su celo apostólico, para hacer con Él un servicio
de corredención, que es sembrar la paz y la alegría.
Cristo ha subido a los cielos, pero ha
trasmitido a todo lo humano honesto la posibilidad concreta de ser redimido… No
me cansaré de repetir, por tanto, que el mundo es santificable… En rigor, no se
puede decir que haya nobles realidades exclusivamente profanas, una vez que el
Verbo se ha dignado asumir una naturaleza humana íntegra y consagrar la tierra
con su presencia y con el trabajo de sus manos” (San Josemaría Escrivá, Es
Cristo que pasa, 120).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
13ª ESTACIÓN:
CON
MARÍA A LA ESPERA DEL
ESPÍRITU SANTO
* Te
adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
"Los apóstoles eran asiduos y
concordes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de
Jesús, y con los hermanos de Él" (Hechos 1, 14).
“Mientras
María se encontraba con los apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén en los
albores de la Iglesia ,
se confirmaba su fe, nacida de las palabras de la Anunciación. Ni
siquiera bajo la cruz había disminuido la fe de María. Ella también, como
Abraham, había sido la que esperando contra toda esperanza, creyó (Rom
4,18)…
Los apóstoles y los discípulos del Señor,
en todas las naciones de la tierra, perseveran en la oración en compañía de
María, la madre de Jesús (Act 1,14)... Esta presencia de María encuentra
múltiples medios de expresión en nuestros días, al igual que a lo largo de la
historia de la Iglesia ,
por medio de la fe y la piedad de los fieles, por medio de las tradiciones de
las familias cristianas, por medio de la fuerza atractiva e irradiadora de los
grandes santuarios como Guadalupe, Lourdes, Fátima y de los otros diseminados
en las distintas naciones” (Juan Pablo II, La Madre del Redentor, 14.28).
“Cada domingo Cristo resucitado nos convoca
de nuevo como en el Cenáculo para iniciarnos en la gran aventura de la
evangelización. Nos acompaña en este camino la Santísima Virgen ,
«Estrella de la nueva evangelización»...
Mujer, he aquí a tus hijos, le repito, evocando la voz misma de Jesús (cf Jn 19,26) y haciéndome voz, ante ella, del cariño de toda la Iglesia” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 58).
Mujer, he aquí a tus hijos, le repito, evocando la voz misma de Jesús (cf Jn 19,26) y haciéndome voz, ante ella, del cariño de toda la Iglesia” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 58).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
14ª ESTACIÓN:
EL
RESUCITADO ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO
* Te
adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
+
Que por tu santa pascua redimiste al mundo.
"De repente un ruido del cielo,
como una violenta ráfaga de viento, resonó en toda la casa donde se
encontraban. Y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían
posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu
Santo" (Hechos 2, 2-4).
En la sala del Cenáculo, el día de
Pentecostés, sopla el viento del Espíritu. Es el aliento divino que se difunde
en los discípulos del Cristo Resucitado. Se enciende el fuego del amor que
calienta el corazón de los creyentes y los conduce al mundo a dar testimonio de
la vida, de la luz y de la caridad de Dios. La Iglesia de las mil
lenguas, de las diversas culturas y nacionalidades tiene en Jerusalén su raíz y
en el Espíritu Santo su fuente.
"¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven!
¡Riega la tierra en sequía! ¡Sana el corazón enfermo! ¡Lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo! ¡Doma el espíritu indómito, guía al que
tuerce el sendero! (…) Esta invocación al Espíritu y en el Espíritu es
introducirse en la plena dimensión del misterio de la Redención pues el
Espíritu nos infunde los sentimientos del Hijo y nos orienta al Padre" (Juan
Pablo II, Redemptor hominis, 18).
Es un hecho histórico que la Iglesia salió del cenáculo
el día de Pentecostés. Espiritualmente está siempre en el cenáculo, persevera
en la oración, como los apóstoles, junto a María, la madre de Cristo. De este
modo, la Iglesia ,
unida a la Virgen Madre
se dirige incesantemente como esposa a su divino esposo como lo atestiguan las
palabras del Apocalipsis: “El Espíritu y la esposa dicen al Señor Jesús:
¡Ven!” Es la esperanza del cumplimiento definitivo en Dios del reino eterno
(Juan Pablo II, Dominum et vivificantem, 66).
Un momento de silencio meditativo.
V/
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/
Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Como en la vigilia pascual, cada uno enciende su propia vela del
cirio pascual para la oración final.
Monición final
"Tengamos el mismo entusiasmo de los
cristianos de los primeros tiempos, pues tenemos la fuerza del mismo Espíritu
que fue enviado en Pentecostés. Nuestra andadura debe hacerse más rápida al
recorrer los senderos del mundo… No volvamos a un anodino día a día. Al
contrario, desentumecer nuestras piernas, imitar la intrepidez del apóstol
Pablo, imitar la contemplación de María" (cfr Juan Pablo II, Novo millennio
ineunte, 58.59).
"... contemplar a Jesús en su trato con los
hombres, y aprender a llevar a Cristo hasta nuestros hermanos, siendo nosotros
mismos Cristo. Apliquemos esa lección a nuestra vida ordinaria, a la propia
vida. Porque no es la vida corriente y ordinaria, la que vivimos entre los
demás conciudadanos, nuestros iguales algo chato y sin relieve. Es,
precisamente en esas circunstancias, donde el Señor quiere que se santifique la
inmensa mayoría de sus hijos…
Todos los caminos de la tierra pueden ser
ocasión de un encuentro con Cristo… Dios nos llama a través de las incidencias
de la vida de cada día… también a través de los grandes problemas, conflictos y
tareas que definen cada época histórica, atrayendo esfuerzos e ilusiones de
gran parte de la humanidad…
Hemos de amar el mundo, el trabajo, las
realidades humanas…
Así, viviendo cristianamente entre nuestros
iguales, de una manera ordinaria pero coherente con nuestra fe, seremos Cristo
presente entre los hombres" (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 110.
112).
OREMOS
Dios y Padre Nuestro, en la gloriosa
Resurrección de tu Hijo has dado la alegría al mundo entero, por intercesión de
la Virgen María ,
concédenos gozar de la luz de la vida sin fin. Amén.
Puede cantarse:
“Acuérdate
de Jesucristo, resucitado de entre los muertos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario