miércoles, 18 de marzo de 2015

Via crucis (C) con el papa Francisco

con textos literales de la Exhortación apostólica 
"la alegría del Evangelio" 
del papa Francisco del 24-XI-2013.


Consideración introductoria:

La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús (EG 1)
El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada (EG 2).
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso.
No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor» (EG 3).

1ª estación
Jesús en el huerto de Getsemaní.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

La parroquia (…) tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy diversas (…) ciertamente no es la única institución evangelizadora, (…) Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero (EG 28).
Las demás instituciones eclesiales, comunidades de base y pequeñas comunidades, movimientos y otras formas de asociación, son una riqueza de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar todos los ambientes y sectores (…) Pero es muy sano que no pierdan el contacto con (…) la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular. Esta integración evitará que se queden sólo con una parte del Evangelio y de la Iglesia, o que se conviertan en nómadas sin raíces (EG 29).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

2ª estación
Jesús, traicionado por Judas, es arrestado.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente.
Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado (EG 2).
Nuestro dolor y nuestra vergüenza por los pecados de algunos miembros de la Iglesia, y por los propios, no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por amor (EG 76).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

3ª estación
Jesús es condenado por el Sanedrín.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Pablo VI invitó a ampliar la llamada a la renovación (…) que no ha perdido su fuerza interpelante: «La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio (…) De esta iluminada y operante conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia —tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como Esposa suya santa e inmaculada (cf. Ef 5,27)— y el rostro real que hoy la Iglesia presenta (…) Brota, por lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es decir, de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia, a modo de examen interior, frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de sí».
(…) El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo (EG 26).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

4ª estación  
Jesús es negado por Pedro.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase (EG 5).
También debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización.
El Papa Juan Pablo II pidió que se le ayudara a encontrar «una forma del ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva». Hemos avanzado poco en ese sentido (EG 32).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

5ª estación  
Jesús es juzgado por Pilatos.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

A veces, escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, lo que los fieles reciben (…) es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo. Con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y sobre el ser humano, en algunas ocasiones les damos un falso dios o un ideal humano que no es verdaderamente cristiano (EG 41).
De cualquier modo, nunca podremos convertir las enseñanzas de la Iglesia en algo fácilmente comprendido y felizmente valorado por todos. La fe siempre conserva un aspecto de cruz, alguna oscuridad que no le quita la firmeza de su adhesión (EG 42).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

6ª estación  
Jesús es flagelado y coronado de espinas.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera (EG 54).
La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo (EG 55).
Estamos lejos del llamado «fin de la historia», ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas (EG 59).
La inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás (…) crean nuevos y peores conflictos (EG 60).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

7ª estación  
Jesús es cargado con la cruz.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos (…) espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37) (EG 49).
Muchos tratan de escapar de los demás hacia la privacidad cómoda o hacia el reducido círculo de los más íntimos, y renuncian al realismo de la dimensión social del Evangelio (…) así como algunos quisieran un Cristo puramente espiritual (EG 88).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

8ª estación
 Jesús es ayudado por el cirineo a llevar la cruz.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

La nueva evangelización convoca a todos y se realiza (…) para encender los corazones de los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el día del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de vida eterna» (…) para «las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo», no tienen una pertenencia cordial a la Iglesia (…) y para quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado. Muchos de ellos buscan a Dios secretamente (…) Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio (EG 14).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

9ª estación
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora.
Él hace a sus fieles siempre nuevos; aunque sean ancianos, «les renovará el vigor, subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse» (Is 40,31) (…) Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina (EG 11).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

10ª estación
 Jesús es crucificado.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia (EG 95).
La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica (…) Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial (EG 98).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

11ª estación  
Jesús promete su reino al buen ladrón.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

La evangelización es tarea de la Iglesia (…) un misterio que hunde sus raíces en la Trinidad, pero tiene su concreción histórica en un pueblo peregrino y evangelizador, lo cual siempre trasciende toda necesaria expresión institucional (EG 111).
Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y no como seres aislados. Nadie se salva solo (EG 113).
En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que (…) dota a la totalidad de los fieles de un instinto de la fe —el sensus fidei que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios (EG 119).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

12ª estación
Jesús en la cruz, su madre y el discípulo
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad (…) Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia (EG 103).
Una mujer, María, es más importante que los obispos (…) Aquí hay un gran desafío para los pastores y para los teólogos, que podrían ayudar a reconocer mejor lo que esto implica con respecto al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia (EG 104).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

13ª estación
Jesús muere en la cruz.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

El Reino que se anticipa y crece entre nosotros lo toca todo (…) ya que el Padre desea que todos los hombres se salven (EG 181)
Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social (…) Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor (EG 183).
Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones para los problemas contemporáneos (EG 184).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

14ª estación
Jesús es colocado en el sepulcro.
L/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos. Es la predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación (…) en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino (EG 127).
Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios (EG 178)
El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo «se hizo pobre» (2Co 8,9) (EG 197).
Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica (…) Ellos tienen mucho que enseñarnos (…) en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente (EG 198).

L/. ¡Señor, pequé!
R/. Tened piedad y misericordia de mí.

Consideración final:

La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: «Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos» (…) el Resucitado envía a los suyos a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra (EG 19).
Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie (EG 23).

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